Por Pedro Mir, Poeta Nacional
y por la Identidad Dominicana.
Por Lincoln López
“Si
alguien quiere saber cuál es mi Patria…no la busque, no pregunte por ella. Siga
el rastro goteante por el mapa y su efigie de patas imperfectas…”y verá como nuestro Poeta Nacional,
declarado como tal por el Poder
Legislativo en 1984, Premio Nacional de Literatura en 1993 y condecorado póstumamente
por el Poder Ejecutivo en 2021 por ser uno de nuestros poetas fundamentales del
siglo xx, y, por su compromiso social
con los pobres y explotados.
Y verá que su portentosa obra en versoha sido conducida
por el camino infame del olvido, y su osamenta, no ha sido trasladada aún al
lugar que merece: el Panteón de la Patria, mausoleo donde deben conservarse los
restos de los personajes destacados de nuestra historia, y, por tanto,
forjadores de la Identidad Nacional.
“No
pregunte si viene del rocío o si tiene espirales en las piedras o si tiene
sabor ultramarino…”y verá que ese poeta, ensayista, historiador y profesor, nació en San Pedro
de Macorís el 3 de junio de 1931 donde cursó sus primeros estudios primarios y
secundarios y ciudad donde escribió sus primeros versos.
“No la busque ni alargue las pupilas…” en los inocentes niños y jóvenes dominicanos donde su nombre es un
rumor de cincoletras de un nombre y tres de un apellido posiblemente para
memorizarlo como respuesta a un ítem educativo dentro de una prueba escrita;
carente del más elemental conocimiento reflexivo y mucho menos crítico para
saber que en esos versos late parte de nuestra identidad…
“No quiera saber si hay
bosques, trinos, penínsulas muchísimas y ajenas, o si hay cuatro cadenas de
montañas, todas derechas, o si hay varios destinos de bahías y todas
extranjeras”.No quiera saber si “Un país en el
mundo” o un “Contracanto a Walt Whitman” o un “Amén de mariposas” para saber
por estos versos: “Cuando supe que habían caído las hermanas Mirabal me dije:
la sociedad establecida ha muerto”. ¿Para qué saberlo? Si no hay impresiones
populares que los difundan, ni actos, ni anuncios por los medios de
comunicación, quizás ni misas nacionales donde su contenido vibrante penetre en
la conciencia de cada ciudadano.
Un silencio guiado para el olvido, porque tu arte es y
será siempre un arte comprometido y revolucionario: “...Su puño de silencio en cada boca, su borbotón de ira en cada mueca,
sus manos enguantadas en la fábrica y sus pies descalzaos en la carretera…”.
¿Dónde habrá que buscar la respuesta a ese desprecio, después
de tu partida hacia la eternidad el 11 de julio del 2000?
“No, no la busque.
Tendría que pelear por
ella”.
Pedro Mir
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