Marcial Lafuente Estefanía

 Cultura viva


Marcial Lafuente Estefanía

Por Lincoln López


Con motivo del octogésimo aniversario de la publicación

de la primera novela “La mascota de la pradera” (1943), con

temática del viejo oeste norteamericano, la editora española

“Almuzara”, se propone reeditar las mejores novelas de uno de

los más prolíficos y exitosos autores de la llamada literatura de

evasión en español: Marcial Lafuente Estefanía (1903-1984).

En esa primera etapa utilizó su primer pseudónimo de

¨Tony Spring¨. Luego, lo haría con el sobrenombre de ¨Arizona¨,

hasta que, finalmente, publicó sus obras con su nombre real:

Marcial Lafuente Estefanía. Fueron muy populares aquí en

Santiago de los Caballeros, especialmente entre la juventud

alrededor de los años sesenta del pasado siglo.

Recuerdo aquella época entre los estudiantes de

bachillerato, el gran interés en adquirir y leer cada semana, el

nuevo título de ¨la novelita usada¨ de Estefanía. Por cinco

cheles (centavos), obteníamos, en alquiler por varios días, un

ejemplar en uno de esos espacios informales para ese tipo de

impresos.

La usanza de entonces era establecida de buena fe, pues

no había ningún papel firmado. Durante un tiempo la rutina era

la misma: devolver el anterior, pagar otros cinco centavos y

tomar otro usado...Un dato curioso: esa práctica contribuyó en


parte, a estimular en nosotros el hábito por la lectura, el

cuidado y la conservación de los libros.

Marcial Lafuente Estefanía fue el rey de un grupo de

obreros de la imaginación capaces de escribir una novela por

semana…venerado por miles de seguidores…En sus años de

gloria (50 y 60) llegó a vender 50 millones de ejemplares¨.

(Magazine. 2017).

De su autoría se han registrado 2.600 novelitas en formato

de octavilla, entre 100 y 120 páginas. Mucho para un escritor

que empezó “a escribir a escribir prácticamente en un rollo de

papel higiénico. No tenía pluma; entonces decidí utilizar el

lápiz…¨, dijo una vez a un periodista.

Pero, es importante resaltar su sólida formación cultural,

porque conocía muy bien las obras del Siglo de Oro español.

Su padre el abogado, periodista y escritor Federico Lafuente le

enseñó, además, a amar el teatro clásico. Estudió ingeniería

industrial, y posteriormente, entre 1928 y 1931, recorrió gran

parte de los Estados Unidos, lo que le sirvió luego para

ambientar sus historias, ¨cuyos detalles de atmósfera y

localización son rigurosamente exactos¨.

El ensayista español Manuel Vásquez Montalbán,

refiriéndose a este autor nacido en Toledo, dice: ¨Lo cierto es

que el escritor amaba su oficio y su escritura y que sin esa fe lo

que escribía no habría conseguido captar la credibilidad del

público…¨.

Aparte de los propósitos y del tipo de literatura de este

novelista, considero válidas sus condiciones para todo


escritor: vocación, perseverancia, cultura, creatividad e

imaginación, dominio del idioma, investigación, confianza...

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